Durante los conocidos como "felices años veinte", cuando el estilo de vida americano basado en el desarrollo industrial y el incremento de la productividad y el consumo masivo era la envidia del resto del mundo, que deseaba imitar este boom económico, fue también la época en que el diseño aplicado al sector del automóvil alcanzó cotas hasta el momento desconocidas. De aquel tiempo e incluso de algunos años antes son estas viejas glorias de la carretera que hoy os muestro, entre ellos un Hispano Suiza H6B, un Lamborghini LP 700-4 Aventador y hasta un Peterbil, el más moderno de toda la colección, de 1970. Todos ellos se denominan "históricos" porque cumplen unos requisitos imprescindibles: cuentan con una antigüedad mínima de 25 años desde su fabricación o desde la fecha de su primera matriculación y no han sufrido modificaciones, además de ser poseedores de otras singularidades que los convierten en vehículos de colección. Salta a la vista que en aspectos como la seguridad, la velocidad y un montón de dispositivos tecnológicos más estamos a años luz con respecto a algunos de estos modelos de comienzos del siglo pasado que son auténticas piezas de coleccionista, pero en cuestión de estética, a mi entender, no hemos ganado gran cosa… ¿o será porque yo también he alcanzado, como ellos, la categoría de histórico hace ya bastantes años…?
Soy Ovidio Aldegunde, profesional de la fotografía de industria, publicidad, arte, moda, paisaje, arquitectura, social, retrato, concepto... Este blog contiene tanto fotos que son fruto de trabajos personales como resultado de mi actividad profesional. Algunas están a la venta. Además dispongo de un amplio catálogo de fotografías de todo tipo. Si estás interesado/a en alguna o en realizar un reportaje inédito contacta conmigo en: ovidioaldegunde@gmail.com o en el teléfono 619345000.
viernes, 29 de marzo de 2013
viernes, 22 de marzo de 2013
Una estación para quedarse
No es una estación cualquiera, esta es una estación para quedarse, ese es su lema, así que de partida, la cosa promete. Cuando vas camino de esta antigua estación de tren reconvertida en restaurante, imaginas un espacio peculiar, por esa carga nostálgico-cinematográfica y novelística que tienen estos lugares de paso y de encuentro a la vez. Y no defrauda en absoluto, porque esto es exactamente lo que te encuentras, entre otras muchas cosas… Una vez en Cambre, el tramo final desde la iglesia tiene un encanto especial, se hace por una antigua carretera bordeada de plataneros centenarios como los que hace años poblaban estas vías secundarias animando al paseo demorado. Una vez allí lo que percibes es un espacio creado a imagen y semejanza de Bea y Xoán: rehabilitación respetuosa con el espírito del lugar, con el medio y decoración exquisita rica en toques personales de intensa carga emotiva incluso, como las piedras que la propia Bea conserva de la infancia en su querida playa de Ardán, en Marín y que son marca de la casa en cada mesa. En cualquier rincón hay detalles en los que el alma de los dos está muy presente y que te hace sentir como en casa. Y no solo en sala, en la que el trato y el servicio son exquisitos, sino que de puertas adentro, en cocina, el ambiente es alegre, positivo, enriquecedor, se percibe una complicidad casi familiar con camareros, personal de cocina, proveedores… y al mismo tiempo una profesionalidad y una exigencia que no pueden tener más consecuencia que la calidad premiada ni más ni menos que con su Estrella Michelin. En el comedor, desde tu mesa, degustando las delicadas y exquisitas creaciones de Xoán y Bea ves pasar el tren, que a veces incluso se detiene, pero esta estación tiene algo que te atrapa y seguro que optas por quedarte y disfrutar, si ya lo advertían en su lema…
Esta es una de una larga serie de publicaciones con los cocineros del Grupo Nove y sus restaurantes como protagonistas con los que tengo el placer de colaborar desde hace tiempo.
Esta es una de una larga serie de publicaciones con los cocineros del Grupo Nove y sus restaurantes como protagonistas con los que tengo el placer de colaborar desde hace tiempo.
viernes, 15 de marzo de 2013
Venus y el vino
Hoy he querido rendir un homenaje al vino y empezaré por contaros una curiosidad sobre su etimología. Parece ser que hay dos teorías con respecto a su origen. Según la primera, a juzgar por el léxico común de los pueblos indoeuropeos, no es verosímil que los habitantes de las estepas practicaran la viticultura pues no ofrecen condiciones propicias para el cultivo de la vid, así que el vino llegó hasta ellos importado de regiones más meridionales, ya que la producción de vino se originó, según la mayoría de los estudiosos, en la zona meridional de Asia Menor y desde esas latitudes viajó hacia el Mediterráneo occidental, encontrándose en el griego οἶνος, el albanés vēnë, el latín vinum, del latín pasó al castellano, al celta, al irlandés antiguo fin, al galo gwin, al gótico wein, al alemám wein, al inglés wine y a cientos de idiomas más. La segunda teoría considera, por el contrario, que la raíz se encuentra próxima a la palabra sánscrita vana (amor), que también dio origen a la palabra Venus, diosa del amor en la mitología griega y romana. Esta relación semántica vendría dada por la antigua creencia en los poderes afrodisíacos del vino. Pues como ni los expertos se ponen de acuerdo, yo me inclino más por esta segunda explicación, no creéis que un néctar maravilloso como el vino, que acompaña muchos de los mejores momentos de la vida, tiene que tener relación con el amor? En el fondo, uno que es un romántico...
viernes, 8 de marzo de 2013
Casinos, clubs y otros sitios de recreo
La celebración de los 250 años de vida de una empresa con sedes en medio mundo era el evento a cubrir y el lugar elegido –Casino de Madrid– no podía ser más adecuado. Su suntuosidad, su preciosismo y su simbolismo me atraparon desde un principio, así que, además del emotivo acto de aniversario, aproveché para capturar algunos de los mágicos rincones que hoy os muestro. Este espacio, que nació como club social en el año 1836, inspirado en los clubs ingleses del siglo XVIII, fue durante años el lugar de reunión y de debate por excelencia, papel que aún se acrecentaba más en el caso de los pueblos, en los que estas entidades capitalizaban la mayor parte de la actividad cultural y artística. En 1993 es declarado Bien de Interés Cultural, el edificio y su contenido, con multitud de contribuciones de artistas esenciales del siglo XIX como Emilio Sala, Álvarez de Sotomayor –ilustre pintor ferrolano del que tuve el honor de realizar un amplio catálogo–, Romero de Torres, Mariano Benlliure o Víctor Laborde, entre otros, y con las espléndidas alfombras de la Real Fábrica de Tapices como testigos mudos de miles de reuniones, visitas, actos oficiales, sesiones fotográficas de moda, fiestas y eventos que siguen haciendo de este espacio un icono para la ciudad de Madrid.
P.D. El cátering de Ferran Adrià y un gin tonic excepcional fueron la guinda de una velada perfecta.
P.D. El cátering de Ferran Adrià y un gin tonic excepcional fueron la guinda de una velada perfecta.
viernes, 1 de marzo de 2013
"No te muevas, por favor, no te muevas" Cecil Beaton
Decía el maestro Cecil Beaton que el encanto de una fotografía dependía a veces de “capturar momentos fugaces” y a continuación añadía: “no te muevas, no te muevas, por favor, no te muevas”. Pues exactamente eso pensé yo cuando llegué a uno de mis espacios-fetiche, la laguna de Doniños, uno de esos lugares con una magia que traspasa el objetivo, al que acudo regularmente y que siempre me sorprende... El que se movía entonces era el sol, por suerte, pausado, suave, se dejaba caer a cámara lenta como si quisiese perpetuar esos instantes que yo iba fotografiando, desplazándome tan solo dentro de un escaso metro cuadrado mientras la luz dibujaba en tinta china maravillosos paisajes de leyenda y yo repetía en silencio: "no te muevas, por favor, no te muevas"... Por cierto, la laguna además está declarada zona protegida por su enorme valor natural y es solo parte de un espacio único que se abre al océano a través del interminable y paradisíaco arenal de Doniños.
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