viernes, 12 de enero de 2018

Danzad, danzad, benditos!

‘Tus pies son tu refugio...' desde la cuna habían escuchado este mensaje como un mantra... ‘Tus pies son tu refugio...', repetían, el salvavidas al que acudir ante el terror, el temor que paraliza, la oscuridad... Lo sabían. La luz los abandonaría. Y ante la soledad, el bosque negro, la destrucción y la barbarie, sus verdaderos enemigos, los pies serían la huida, siempre hacia adelante, dejando atrás páramos desolados e inciertos... Contra la incertidumbre, frente a la desesperanza y el vacío, surcarían el aire, piel con piel, elevándose, danzando, aferrándose a los otros, y bajo troncos firmes, poderosos, sus pies mostrarían nuevamente el camino... Echarían raíces, soñarían... y cambiarían su destino y el mundo, convertido en senda fértil, infinitamente verde, acogedora, luminosa...