Curtida en musicales, con Premios Molière y Laurence Olivier por ‘Cabaret’ y ‘Chicago’ a sus espaldas, y un cóctel exquisito de influencias artísticas, la esperada Ute Lemper hacía presagiar una noche espléndida… pero fue más, mucho más...
Elegante, sensual, poderosa, y a la vez cálida y cercana, Ute nos deslumbró con un sonido atmosférico, lleno de mensajes y deliciosos guiños a Berlín, Buenos Aires, París o Nueva York. Delicada, frenética, atormentada, frágil, corrosiva, lánguida, susurrando felina, silbando, nos sedujo sobre el escenario con emblemáticos himnos y piezas inmortales que forman parte ya de la historia y que en su voz adquirían una presencia inquietante…
No era un tugurio del Berlín o París de entreguerras, pero lo parecía. No se cortaba el humo ni falta que hacía. Ute Lemper fue Édith Piaf y Jacques Brel, fue Weill y Lotte Lenya, canalla, explosiva, glamourosa, melancólica, tierna, y con su tristísima Lili Marleen, Ute consiguió que lo que Hemingway había escrito sobre la Dietrich fuese más que un ardiente deseo, una certeza: ‘La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene, tú eres inmortal’.
Elegante, sensual, poderosa, y a la vez cálida y cercana, Ute nos deslumbró con un sonido atmosférico, lleno de mensajes y deliciosos guiños a Berlín, Buenos Aires, París o Nueva York. Delicada, frenética, atormentada, frágil, corrosiva, lánguida, susurrando felina, silbando, nos sedujo sobre el escenario con emblemáticos himnos y piezas inmortales que forman parte ya de la historia y que en su voz adquirían una presencia inquietante…
No era un tugurio del Berlín o París de entreguerras, pero lo parecía. No se cortaba el humo ni falta que hacía. Ute Lemper fue Édith Piaf y Jacques Brel, fue Weill y Lotte Lenya, canalla, explosiva, glamourosa, melancólica, tierna, y con su tristísima Lili Marleen, Ute consiguió que lo que Hemingway había escrito sobre la Dietrich fuese más que un ardiente deseo, una certeza: ‘La muerte es algo que a ti no te concierne, Marlene, tú eres inmortal’.
Fantásticas fotos y fantástico texto, Ovidio. Enhorabuena.
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