Corren malos tiempos para identidades propias entre tantos
papanoeles asaltabalcones, ilusiones atrapadas en grandes almacenes y juguetes
para no compartir... Así que uno que es terco y esteta por naturaleza, y dado
que en esta ventanita al mundo mando yo _con permiso de google, claro está_,
quiero felicitaros las fiestas reivindicando la belleza de lo cotidiano, lo
cercano, lo que nos hace diferentes, ni mejor ni peor, y abogo por amar lo
propio, lo que conocemos desde la raíz, no solo en superficie, y lo hago con
una respetuosa reinterpretación de un clásico, Edward Weston, maestro de la
luz, la composición y el juego de ambivalencias entre los objetos
fotografiados… Con este retrato-homenaje a la berza, la verdura gallega omnipresente
en las huertas familiares y uno de esos productos humildes, genuinos y
deliciosos más nuestros, dotado de una belleza rotunda, con sus texturas
epidérmicas y sus formas casi táctiles, os deseo una Navidad llena de sonrisas,
sabores, abrazos, recuerdos y emociones compartidas.