Hay visiones que cada año nos devuelven al tiempo con sabor a cerezas, a salitre, a mar… cuando los meses parecían no tener fin y eran el día y la noche, el sol y las estrellas y no el reloj, los guardianes de las horas... interminables, azules, eternas... las tardes de playa, inolvidables, hasta que se ponía el sol y llegaban luego los juegos, las canciones, las risas... Cada verano procuro recuperar parte de esos momentos, es terapéutico en medio de tantos malos augurios y desesperanzas, ahora que el tiempo tiene ya otras dimensiones, me gusta vivir a cámara lenta esos grandes placeres cotidianos todavía al alcance de la mano: el paseo demorado por senderos y caminos en los que, año tras año, siguen brotando las mismas flores de nuestra infancia. La humedad, el sol y la fertilidad prodigiosa de esta tierra obran el milagro en forma de una amalgama de herbáceas, colores, frutos y olores que componen esta primera serie de postales de verano que hoy os muestro, éstas con sabor a hierba.
Lo del sol te lo has inventado pero me gustan mucho las fotos de nuestros caminos.
ResponderEliminarQué fotos tan bonitas, Ovi! Un abrazo :)
ResponderEliminar¡qué preciosidad, Ovidio! estos caminos llenos de flores silvestres tomados con tanta naturalidad que casi se huelen y sienten. la sexta la recorrí hace un par de días y estaba tal cual. un abrazo.
ResponderEliminarMuy referescante! Bonitas fotos
ResponderEliminarMuy referescante! Bonitas fotos
ResponderEliminarcomo siempre, sin lugar a dudas preciosas.
ResponderEliminarFONTENLA
muy bonito
ResponderEliminargeniales
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